Como es de comprender, la rebelión no duró mucho. Pronto volví a verme encadenado a los suplicios del deseo, atrapado nuevamente en aquel carrusel, que ahora se desplaza a mil revoluciones por minuto, teniendo como eje mi existencia. Parte y todo se origina en la definición de los conceptos, que no existen, que adquieren forma en la fantasía y se vuelven fuertes, cada vez más fuertes. Sucumbo, porque soy humano, porque no tengo coraje para instaurar un nuevo orden social en el que no existas, porque, aunque duele admitirlo, mi poder y éxito dependen de ti. Madre y verdugo que estás detrás del cristal, a cuyas formas me vuelvo a someter, acógeme y quiéreme, enmarrocado, como estoy, culpable.
Y dame tu pecho abierto en el momento indicado, para crearte confusión. No Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario