miércoles, 21 de octubre de 2009

Ocho

Con el tiempo, la llegada de aquellos dos significó el rompimiento de la placenta psico-espacial del pueblo y el alumbramiento de nuevos seres vivos, pendientes de las tendencias que desfilaban a su alrededor. De repente, las mujeres, oxidadas en sus conversaciones de domingo, empezaron paulatinamente a acercarse a aquella joven que antes les pareciera tan poco fiable. Al principio solo la saludaban y le preguntaban por su joven pareja. Luego empezaron a preguntarle por su trabajo, sus gustos, cómo así había decidido instalarse en aquel pueblo de muertos. Luego admiraron su templanza al soportar los comentarios obscenos de aquellos que no probaban mujer tersa. Finalmente, en la cima de la confianza, le preguntaron cómo hacer para convertirse en ella.

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